La idea de conceder monopolios o patentes para su explotación comercial sobre nuevas invenciones es algo relativamente reciente en términos históricos. La primera patente se formalizó en Italia mediante el Estatuto de Venecia de 1474 por el cual las nuevas invenciones, una vez puestas en práctica, tenían que ser comunicadas a la República para obtener protección jurídica durante 10 años contra los potenciales infractores.
Historia de las patentes
Con este estatuto se exigía que las invenciones fuesen nuevas y útiles, confería derechos exclusivos en un periodo limitado y perseguía a los infractores. En esta primera fase del desarrollo del derecho de patentes, no se diferenciaba entre el inventor y el importador, por lo que estos segundos disfrutaban del mismo derecho en el país de importación.
Con la llegada de la revolución industrial a Inglaterra supuso un hito en la historia de las patentes, pues sirvió como catalizador en materia de patentes que aceleró la adopción legislativa en los diferentes países industrializados. Francia creo su primera Ley de patentes en 1791, y Alemania lo hizo en 1877. En 1883 los sistemas de patentes se internacionalizaron a través de la firma del Convenio de París.
En América, las primeras patentes fueron expedidas en 1641 por los gobiernos coloniales y las primeras leyes de patentes de los EE.UU. fueron establecidas por el Congreso en 1790. En España en 1811 se promulgó ley de patentes.